BLOG PERSONAL

Este es el blog personal del diácono permanente de la Diócesis de Orihuela-Alicante FRANCISCO JUAN LOPEZ ALBALADEJO.
Diaconia es sacramento, es entrega, es consagración al servicio ministerial del Señor y de los hermanos. De los hermanos que necesitan escuchar la Palabra de vida eterna encarnada: "Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68); haciendo presente a Jesucristo en la comunidad cristiana y al mundo.

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Diácono permanente de la Diócesis de Orihuela-Alicante. Licenciado en Ciencias Religiosas

lunes, 28 de julio de 2014

El sentido de pecado

El sentido de pecado
        Cuando ocultamos la presencia de Dios o cuando vivimos la llamada “muerte de Dios” (Nietzsche), perdemos el sentido de pecado, rompemos el espejo de nuestra conciencia y de esta manera todo lo justificamos e incluso lo defendemos como éticamente bueno al convertirnos nosotros mismos en dioses. 
       Un pecado grave, como por ejemplo el de las injusticias sociales que se cometen  contra los más pobres, y que muchas veces quedan amparadas por leyes que las justifican, son reducidas a un problema por resolver de carácter estructural o coyuntural y del que nadie se siente culpable o necesita pedir perdón.
      Todos somos pecadores, todos estamos tentados y la tentación es el pan nuestro de cada día y que también aparece en nosotros cuando apoyamos las situaciones de injusticia o nos hacemos solidarios con las estructuras de pecado. 
      Ocultamos la presencia de Dios o nos ponemos nosotros en su lugar cuando a pesar de que al rezar el Padrenuestro le pedimos: “Venga a nosotros Tu Reino” no es su Reino el que sembramos sino el nuestro, ese en el que nosotros somos el rey y todo gira a nuestro alrededor. Ese reino de esclavitud y de muerte de tantos niños, hombres y mujeres por causa de la explotación a la que son sometidos, de la guerra, el odio y el hambre.
    Al perderse el sentido de pecado, como ya nos indicó Pío XII en 1946: “El pecado más grande de hoy es que los hombres han pedido el sentido de pecado”, el hombre ya no busca la salvación que viene de Dios sino que cree que la obtiene por sus propios medios, cuando en realidad su esfuerzo en tratar de conseguirla le lleva a perderla al menospreciar al dignidad del hombre.

Francisco López, diácono.

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